jueves, 16 de abril de 2009

The Birth and Death of the Day

Qué hermoso es contemplar un amanecer...
Qué hermoso es presenciar un ocaso...
Se puede ver la belleza de la naturaleza representada en esos colores magníficos del cielo... Naranjas, celestes, ocres... Cada uno de ellos motivan sentimientos personales muy distintos uno del otro, pero coinciden en una cosa: la emotividad que provocan van más allá de un simple sentimiento de melancolía... Nos hace sentir que el universo es infinito, majestuoso, y que hay mucho por ver en la vida... más de lo que vamos a poder llegar a ver...
A mí me gusta contemplar el cielo cada vez que puedo, y descubrir cosas nuevas cada vez... tanto de día como de noche: porque no hay que restar belleza a las cosas que se ven cuando el cielo está oscuro, y cada destello es percibido como un mensaje de los abismos insondables que forman el universo.
Miren para arriba... Olvídense por un momento de los asuntos terrenales (que ya bastantes disgustos nos dan), y disfruten del baile de las estrellas y del giro de los planetas y de todo lo que el universo tiene para mostrarnos y que nosotros, a veces, no prestamos la suficiente atención...

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